domingo, 16 de diciembre de 2012

A tomar por saco los palos del sombrajo.


Hoy he estado de manifestación por Madrid. Y se me han roto algunos esquemas, o de forma más castiza se me han caído los palos del sombrajo. Algunos al menos.

En primer lugar, aquello de que los jóvenes son pasivos y no se mueven. Entre un montón de gente, poca había más mayor que yo. Cierto que el mundo de la sanidad, puramente vocacional, es caladero de gente comprometida, pero lo importante es que la mayoría era gente joven. Probablemente médicos del MIR, enfermeras y auxiliares, que en general son jóvenes, pero sea como fuere ahí estaban.

También ha habido hoy para mí un cambio importante en el escenario. Una manifestación de miles de personas (no sé cuántos miles, pero mucha gente) y ni una bandera de sindicatos ni partidos políticos. Una iniciativa puramente profesional y social. Me he sentido cómodo como nunca. No he tenido la sensación de estar haciéndole el caldo gordo con mi presencia a ningún chupasangres de la política institucional (incluyo sindicatos).

Ha sido a ratos emocionante, a pesar de que uno no anda con muchas esperanzas puestas en la utilidad de la protesta, pero era mi obligación asistir.

Nuestra maltrecha sanidad pública me ha sacado dos veces del agujero. Primero de una dolencia cardiaca y luego de un cáncer. Palabras mayores, oiga. Y aquí estoy vivito y coleando gracias a que el sistema y los profesionales estaban ahí. Dando sin medida. Luchando sin mirar el precio de las balas. Si se hubiesen andado con contemplaciones de hacer primero las pruebas más baratas, a lo peor hoy había un manifestante menos en la calle.

Y yo quiero las mismas oportunidades para mi hija. Y para su compañero de clase, que además es búlgaro, pero vive aquí y es nuestro amigo y sus padres trabajan todos los días, como yo.

Y me he sentido pequeñito y a la vez orgulloso rodeado de miles de profesionales, que como los que se encargaron de mi caso luchan día a día contra la enfermedad y contra el sistema, que nunca les ayudó.

El sistema es imperfecto. Estoy de acuerdo en que hay que gestionarlo mejor. Pero esa es la obligación que no saben cumplir estos políticos incapaces, que son los que meten la mano en el cajón y luego señalan a los que trabajan como responsables de las telarañas de la caja.

Si el coste de un paciente es x, no comprendo que con una gestión privada que mantenga las condiciones de la atención y las condiciones laborales pueda mejorar, dando además dividendos (lo que es imprescindible cuando hablamos de gestión privada).

Y si se compromete la calidad de la atención, o el profesional que se tiene que pasar doce horas conmigo encerrado en el quirófano está mal pagado o en condiciones peores aún que las actuales (que ya de por sí no son buenas), ya me dirán ustedes con que ánimo me dejo yo sajar. Y si alguien conoce otra incógnita de la ecuación, que me lo haga saber.

Hoy he estado rodeado de médicos que saltaban, bailaban, gritaban y que habrán en algunos casos estado de guardia toda la noche. Ya no tienen nada que ver con aquel estereotipo que teníamos del médico como un señor mayor con su carterita. Nada que ver con ese médico (si se le puede seguir llamando así) que por un puñado de euros se presta a capitanear un servicio de emergencia en el Madrid Arena a la edad de 77 años.

Los que de una forma u otra hemos estado en activo en dispositivos de emergencias sanitarias sabemos el desgaste físico que supone. Sabemos que había que ir descansado y que volvías molido. Y eso si las cosas no pintaban mal. Si había “movida”, te temblaban las cachas al acabar. Y resulta que este señor se mete en el baile a sus años. Y sin contrato. De palabra y apretón de mano, como los ganaderos. Y se lleva a su hijo a que le eche una manita, a pesar de sus incompatibilidades laborales. Si lo hace un Juan Nadie, lo enchironan preventivamente, fijo.

Afortunadamente se extingue esa raza. Hoy los médicos (y el resto del personal sanitario) son en general otra cosa. Desde luego que los hay que sacan rendimiento a sus clínicas privadas, eso me parece lícito. El que quiera que las pague. Pero la dignidad de nuestros centros públicos estará a salvo mientras los profesionales que hoy han salido a la calle sigan luchando. Y ello desde luego les está suponiendo un coste económico altísimo. Además de sufrir los recortes como el resto de los funcionarios tienen que soportar los gastos de la huelga. Son gente solidaria, por encima de cualquier ideología política. De hecho siempre fueron los médicos de entre los científicos los que tenían una visión más humanística del mundo.

Y en esas me he vuelto a casa deseando escribir otra vez para darles las gracias, para decirles que me tienen ahí. Desde los jefes de servicio hasta el personal auxiliar de administración, o de limpieza. A todas y cada una de las caras que me encuentro cuando voy a mis revisiones. A quienes me hicieron seguir adelante.

Que no voy a quedarme callado mientras nos perforan el sistema para extraer su petroleo.
Hay una sociedad que funciona aparte de la corrupción, aparte de los Lasquetti, de los Viñals, de los que van a sacar tajada y se olvidan de los códigos deontológicos y de todas aquellas cosas tan románticas en las que algunos aún creemos.

Gracias a todos los trabajadores de la Sanidad Pública (siempre con mayúsculas).