martes, 2 de abril de 2013

Ciudades del corazón.



Hay ciudades que se te agarran al corazón. Unas de forma explicable por su belleza, otras por sus gentes, incluso por sus comercios. Hay otras cuyo encanto escapa a la razón.
Una de esas incógnitas geográficas para mí es Coimbra. La conocí hace casi veinte años, cuando en nuestro país comenzábamos a levantar el vuelo después de muchos años de miseria física e intelectual.

Fue un viaje en el que recorrimos Portugal de norte a sur, simplemente parándonos en aquellos lugares que nos llamaban la atención. Coimbra era un destino que habíamos seleccionado a priori llamados por su renombrada universidad.

Nos encontramos con una ciudad, que siendo bella no es excesivamente llamativa. Es pequeña y su encanto reside en esa decadencia que casi todo aquel que ha visitado Lisboa ha reconocido en la ciudad. Pero en este caso elevada al cubo.

Sus calles, su comercio, su gente. Todo parece transportarnos a muchos años atrás. Estéticamente puede resultar complicado de ver, pero al rato te acostumbras y empiezas a descubrir un mundo mejor. Un mundo en el que se ha desterrado a la prisa, en el que la conversación alrededor de un café (¡qué café!) toma una importancia que aquí ya no concedemos.

La visita por los lugares más relevantes nos va situando en esta ciudad que se agrupa en las faldas de una colina y que es coronada por su universidad. Todo un símbolo.

Pero quizá la mejor explicación de por qué esta maravillosa ciudad me tiene enamorado sea que tiene música propia. De entre todas las versiones del fado que se producen en el país vecino, es la de Coimbra la más lírica. Es la excelencia dentro del género. El fado de Coimbra se distingue en seguida porque es el único que se ha de cantar con capa. Y únicamente los estudiantes o antiguos alumnos de la Universidad de Coimbra pueden cantarlo (en teoría). La capa es para la universidad de Coimbra lo que al resto es la toga. En toda la ciudad se respira un ambiente universitario en cierto modo parecido al de Salamanca. Una ciudad vieja con moradores bastante vetustos que se ve regenerada cada año con las correspondientes levas de carne de cañón de las diferentes facultades.

Y no puede ser lo mismo estudiar en Coimbra que estudiar en otra ciudad. Como no es lo mismo Salamanca que Huelva. Aunque las universidades más modernas estén mejor dotadas de medios, es claro que cuando uno se dispone a estudiar en lugar con tanto poso intelectual, no se encuentra en la misma disposición.

En aquella primera visita nos alojamos en un hotel que está cerca del centro pero al otro lado del río, la Quinta das lágrimas, espacio en cuyos jardines transcurrieron los amores de Pedro e Inés, una especie de Romeo y Julieta a la portuguesa. En dicho hotel existe además un restaurante que se cuenta entre los mejores del país, ambos espacios merecen una visita.

Y el derroche de melancolía y decadencia produjeron un estado de bajas defensas anímicas que desencadenaron en un enamoramiento de la ciudad que no se ha disuelto.

De vez en cuando vuelve a la cabeza el fado cantado por antiguos estudiantes que se agrupan en una asociación cultural para la conservación del mismo, cantado con la pasión del amateur y la dignidad del profesional.

Curiosamente a pesar de lo viejo, nada es cutre en Coimbra. Es auténtico. Su comercio, sus cafés, su gente. No se disfrazan de ropas caras. Sus peinados son extremadamente sencillos. De verdad que llama la atención por su simplicidad. Pero llevan la frente muy alta porque se saben poseedores de una de las universidades más antiguas del mundo. Saben que su ciudad es un templo del conocimiento y sienten un orgullo que les alimenta el ego suficientemente para no necesitar más adornos.

Y uno a veces quisiera ser portugués y de Coimbra. Y respiro cada día esperando una Revolución de los Claveles. Pobre iluso.

Y como muestra, aquí queda una versión de un fado cantada por José Afonso, natural de la ciudad y el mismo que cantó aquel Grándola que fue el chupinazo de un cambio de verdad.

Saudades de Coimbra José Afonso

Y otro muy bien cantado y con imágenes de la Coimbra actual.

Coimbra Cidades dos amores