viernes, 5 de septiembre de 2014

Esos locos bajitos.


Esos locos bajitos (Serrat)



Ya no es bajita. Y no parece estar loca, lo cierto es que según sigue la canción, a menudo se me parece.

Me enorgullece cuando reconozco en ella algunos de mis gestos, cuando la veo correr entrenando en la playa como yo hice tantas veces. Me gusta cuando le veo esos gestos que definen su carácter y el mío.

No le llego a la suela de los zapatos, ella parece haber heredado la inteligencia de su madre y entre las dos me tienen absolutamente eclipsado. Pero su afición al deporte, su entrega, su constante esfuerzo me recuerdan otros tiempos en los que yo hacía cosas parecidas.

Juega al sóftbol, yo lo hacía al béisbol, pero al margen de las diferencias entre ambos deportes, ella es infinitamente mejor que yo. En la montaña actualmente su forma física me deja más que en evidencia, aunque ahí todavía las técnicas del viejo están por encima, pero es sólo cosa de acumulación de experiencia y años.

En los estudios no da más que alegrías, yo a su edad ya daba algún disgusto, aunque luego recuperase, pero era más guerrero.

Es consciente de las situaciones que la rodean a un nivel que algunos adultos no alcanzan. Es seria y cumplidora.


Su sonrisa permanente recuerda a la de su madre. Siempre alegre, siempre dispuesta.

Es fuerte por dentro y por fuera. La vida ya le ha ido poniendo palos en las ruedas con situaciones que ella ha sabido superar. Ya ha conocido tristes desengaños de falsas amistades, en cierto modo algunas formas de acoso que sufren a veces aquellos que despuntan en algo a cargo de los mediocres que no pueden estar a la altura. Y lo ha superado con nota, reinventándose a sí misma, volviendo a empezar y tejiendo nuevas relaciones mucho más reconfortantes.

Su afición a la música va creciendo tal y como en mí también lo hizo. Tiene interés por todo aquello que tiene calidad. Desde la ópera hasta el heavy ha ido picoteando por casi todos los géneros apreciando lo bueno de cada uno de ellos. Sigue en constante aprendizaje y es increíble su capacidad.

Me importa poco que penséis que todo esto son exageraciones de un padre que babea. Porque sí, babeo y no me importa y estoy orgullosísimo.

Me cuesta escribir cosas como esta, desnudar mi sentimiento hacia mi hija, pero necesitaba hacerlo. Me ha dado un verano que no me lo merezco. A pesar de las discusiones acerca de aquella luz que no alumbra a nadie o de la falta de orden en su cuarto. A pesar de las fricciones que da la convivencia tengo que reconocer que es alguien excepcional. Y no es pasión de padre (solamente). Quienes la conocen pueden dar fe de que no es alguien vulgar. Tiene su propia luz.

Tiene sólo trece años y no sé hasta donde puede llegar, las bases están ahí. Ella construirá a partir de ahora su propio futuro. Y sea el que sea, que le de la mayor cuota de felicidad posible. Tiene las herramientas para moldear la vida como ella quiera. Capacidad no le falta. Y todavía mantiene un punto de inocencia que me da un cierto margen, que me provoca mucha ternura al verlo en alguien que me saca ya una cabeza.