miércoles, 19 de mayo de 2010

¡Arriba la Esteban!

Es el colmo. Triunfan los mentecatos dicen en “El Mundo”. Y es que había en televisión un concurso de baile y lo ha ganado Belén Esteban. Ese fenómeno mediático (dicen pomposamente). Ya sé que la cosa no tiene mayor importancia, que son inventos de las productoras televisivas para generar audiencia, que todo el mundo sabe que no es más que un juguete roto, pero no deja de ser una más de tantas que están pasando.
No he visto el programa, ni un solo segundo, pero me dicen que la señorita (porque ella quiera) baila menos que el oso de la feria, que incluso ella misma lo reconoce, pero aún así se ha alzado victoriosa sobre quienes hacían las cosas bien (al menos mejor) y sobre quienes se han esforzado de verdad. Triste paradoja de nuestro mundo real. Triunfa el torpe, el zafio, mientras se da de lado al que trabaja, al que se esmera en conseguir un buen resultado.
Creo sinceramente que la culpa no es de nadie, la tenemos entre todos y entre todos la mataron y ella sola se murió. Hemos tragado con un montón de reglas que nos han ido imponiendo en pos de un bienestar que no alcanzábamos pero que se nos presentaba accesible. Hemos querido poner de nuestra parte y hemos cedido mucho, tanto que al final nuestros argumentos se han diluido en el caldo de nuestra tolerancia hasta asfixiar nuestro propio discurso. Y nos va pasando a todos, al médico, al profesor, al educador social, al cura, al administrativo, al informático, a todos aquellos que partiendo de unos principios que creíamos sólidos habíamos construido un presente profesional y moral. Hoy ya no nos queda otra cosa que el recuerdo y esa apolillada sensación de ser un hidalgo sin recursos que pasea con altivez su pobre dignidad.
Y todo empezó con el VHS. Si, no estoy loco, empezó con el VHS. El mejor sistema de video era el 2.000, reconocido por todo el orbe de la imagen, pero claro, no era comercialmente viable y lo eliminamos. Que fuera el mejor era secundario. Nos quedaron el Beta y el VHS. Los profesionales utilizaban Beta por su innegable mayor calidad que el VHS, las diferencias eran visibles hasta para el profano. Los precios eran similares. Pero una vez más ganó la partida el marketing, el Beta a hacer gárgaras y todo el mundo a pasarse al VHS si quería conseguir alguna cinta. Y cambie usted el aparato por uno peor y aguántese que lo han dicho los gurús del mercado.
Y yo escribo estas tonterías en mi horario laboral porque mi jefe que no tiene ni puñetera idea de lo que se trae entre manos me tiene tocándome las narices deliberadamente mientras mi empresa naufraga un poquito más cada día.
Y el médico estará viendo como la incompetencia se extiende a su alrededor más rápida que la gripe y como el sistema le deja ejercer en lo público mientras no de más guerra de la justa. Salud para los pobres y los apestados sí, pero que no den la lata.
El profesor, que encima cree en lo suyo, estará haciendo un montón de trabajo en sus horas libres preparando exámenes, material de clase, mientras en los despachos algún torpe político oportunista piensa cómo recortar los presupuestos educativos, planeando en definitiva su exterminio.
Y el educador social sigue a sus cuarentaypico dando gracias de haber encontrado a su edad una segunda oportunidad para por cuatro perras patear las calles luchando contra una sociedad que le paga para acallar su conciencia pero que no quiere saber mucho de lo que realmente hay que hacer en la calle.
Del cura ni hablamos, después de vivir una época de ilusión, de dar la cara por unos valores, de creer con mayúsculas, de buscar la apertura de la Iglesia desde dentro, de querer llevar la Palabra allá donde no se conocía o no se quería conocer, ahora resulta que le han adelantado por la derecha (siempre ilegal lo de adelantar por la derecha) sus propios compañeros. Y se ve casi como yo, pensando en vacío y con más tiempo libre del estrictamente recomendable.
Y el administrativo ahí estará, viendo degradarse día a día su entorno laboral por causa de unos gestores incompetentes y soberbios.
En definitiva, han ganado ellos. No nos han convencido, ni desde luego nos han vencido. A nosotros no, pero desde luego han ganado la partida. Es el triunfo de los perdedores que han sabido hacer de necesidad virtud mientras los demás andábamos embelesados con Mozart,con el Ruperto o con Rosendo. Nos han dado la del pulpo a ritmo de bachata.
No se puede ser más hortera ni más mediocre, pero está claro que eso triunfa.
Y todo este derrame porque una chica de San Blas gana un concurso. No tengo remedio.

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