miércoles, 30 de mayo de 2012

Logopedas.


Os ruego que observéis atentamente la imagen que encabeza el post. Supongo que la mayoría veis a un grupo de gente que lo pasa bien. Otros veréis a un afortunado varón rodeado de agraciadas señoritas. Algunos veréis en la imagen simplemente un momento de juerga.

Yo no veo nada de eso, o veo todo a la vez y no me importa porque veo algo mucho más importante. Yo veo un grupo de profesionales como la copa de un pino. Veo a los responsables de que yo hoy pueda hacer lo mismo que ellos. Puedo trabajar, puedo comunicarme, puedo ir de juerga con mis amigos, puedo pasarlo bien. Quizá lo único que no está a mi alcance es poder ir de mojitos rodeado de tan interesante compañía como la que rodea al suertudo caballero de la foto.

Dicho caballero tengo el honor de decir que es mi amigo. Nos conocimos hace muchos años y la vida nos separó como luego nos ha vuelto a juntar. Pero esta vez el destino me ponía en sus manos para que me devolviese la voz.

Gracias a mi amigo y a todas esas encantadoras mujeres que le rodean yo he recuperado mi voz que había perdido por los efectos colaterales de una cirugía salvadora, pero un poquito canalla

Ellos han hecho día a día con mucha paciencia que yo fuese recobrando al menos parte de lo que fue un chorro de voz y que hoy no pasa de reguerillo, pero que me permite hacer una vida normal.

Han sido pacientes, amables, cariñosos y sobre todo muy profesionales. Les he visto tratar a personas mayores con una dedicación y un amor muy por encima de lo que ningún sueldo puede pagar. Su implicación con cada paciente va muy por encima de una cuestión clínica, se dejan la piel en arrastrarnos hacia un futuro mejor para cada uno de nosotros.

Muchas veces pensamos que los profesionales de la sanidad pública tienden a insensibilizarse, que llega un momento que tienen que hacerse una coraza para defenderse del dolor que les rodea. En el caso de éste servicio puedo decir que trabajan sin red, que se entregan sin medida y que esa entrega los pacientes la recibimos como un estímulo difícil de sustituir.

No doy sus nombres porque no les he pedido permiso, pero ellos ya saben cómo se llaman. Bastante es que les he robado esta foto para tener un recuerdo de ellos y compartirlo con mis amigos que leen estos desbarros que escribo. Diré nada más que trabajan (o estudian) en la cada vez más mermada de medios Sanidad Pública (así, con mayúsculas) y que engrandecen con su actitud a un sistema que a algunos nos ha salvado la vida.

Os lo debo chicos. Gracias de verdad. Sabéis que en este humilde paciente tenéis un amigo, un esclavo, un siervo (que diría el gran López-Vázquez). Ahora he de seguir por mi cuenta, sin vuestra ayuda. Aunque os parezca mentira voy a echar de menos esas tardes de martes y jueves donde entre ejercicios de pataké pataká echábamos esas risas que también deberían de estar prescritas como terapia.

El sistema no juega a vuestro favor, sabéis que tenéis cosas y personas en contra, pero también tenéis que saber que en cada uno de nosotros que sale adelante hay algo de vosotros que nos acompañará siempre.

Y ahí queda la foto, como testimonio. No están todos, faltan algunas caras que también me han ayudado estos meses. Y sirva de aviso, todo aquel que se encuentre a estos individuos en algún local tomando mojitos, ha de saber que se encuentra ante unos grandes profesionales y unas excelentes personas. Que lo menos que puede hacer es invitarles a lo que quieran y que si alguna vez cae en sus manos, que se deje llevar. Estará lo más cerca posible que se puede de solucionar su problema. Son muy buenos.


Gracias de verdad. Besos a ellas y a ti amigo mio un abrazo muy fuerte. Hasta pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario