Dando una vuelta por éste páramo cultural y veraniego, me encuentro con una rara avis. Una librería instalada en un quiosco que bien podría vender churros o camarones, da un respiro entre tanto espacio para el ocio evasivo. La susodicha librería está regentada por un republicano que tiene a gala serlo (no es raro, las pequeñas librerías no suelen ser muy de derechas). Tiene colgadas dos camisetas que vende, además de un montón de libros con biografías de gente del palo y de relatos históricos. Una de las camisetas es morada, con una estrella ribeteada con bandera tricolor, la otra tiene en el centro una silueta de la famosa foto del Che con la frase “hasta la victoria, SIEMPRE” rodeándola con diferentes juegos de caracteres.
Y es esa frase la que me ha llamado la atención. No por nueva, por supuesto. Esa frase, que ya conocimos los de mi generación hace una pila de años, quizá no se interpreta hoy como antes. Probablemente hoy se puede leer como algo mucho más pasivo de lo que quiere decir, o sea esperar a la victoria. Y nunca quiso decir eso. Se trata de luchar hasta la victoria. Siempre.
Y en estos momentos en que el gobierno sencillamente se equivoca apaleando a los funcionarios en el sentido económico de la palabra y a los mineros en el más literal de los sentidos, es necesario retomar aquella frase.
No podemos permanecer más tiempo impasibles a lo que sucede cada día. No podemos pensar que no somos mineros o que no somos funcionarios, no se trata de otros colectivos. Nos están atacando a todos nosotros.
La prima de riesgo continúa su ascenso imparable y si era eso lo que trataban de evitar no ha funcionado. La bolsa baja también sin parar. El paro también sube. Puestas así las cosas ¿de qué sirve todo lo que se está haciendo?
Van mermando la capacidad adquisitiva de los pocos sectores que mantienen el consumo. Hasta la patronal está en contra de la subida del IVA.
Y mientras paz social.
Hoy de forma espontánea se ha tirado a la calle un escaso grupo de funcionarios en Madrid a cortar la Castellana.
Afortunadamente miles de personas se manifestaron junto a los mineros.
No podemos asumir más palos en el lomo. No hay que dar nada por perdido, ni por supuesto admitir ninguna derrota.
Ellos pueden hacer leyes, nosotros podemos hacer huelgas. Pero no huelgas de un día que sirven únicamente para que perdamos más salario, si no una huelga general salvaje indefinida hasta que se apeen del burro.
Y si a Europa, a los E.E.U.U. y a las agencias de calificación no les gusta, pues que les vayan dando porque parece que lo que se ha hecho hasta ahora tampoco les gusta y ha sido todo a nuestra costa.
Los políticos no se recortan a sí mismos los sueldos, la banca no ceja en su empeño de quedarse con todo el botín (graciosa frasecilla para aliviar la tensión) y mientras más vueltas de tuerca.
A sí que por mi parte volvamos a las trincheras. Luchemos mientras tengamos algo que defender. Sé que las fuerzas van faltando, pero si aflojamos ahora será el momento en que no quedemos ninguno para pagar el paro de los que ya no pueden defender su empleo. Por ellos precisamente no podemos ser cobardes. Por los parados, por los mineros, por la sanidad, por la educación, por nuestros mayores, por nuestros hijos: HASTA LA VICTORIA, SIEMPRE.
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