miércoles, 17 de julio de 2013

Reflexiones para el día del Carmen.


De siempre me ha llamado la atención la gente de la mar. Y por aproximación siempre he asociado a los marineros y pescadores al norte. Pero desde hace tres años que frecuento la Costa de la Luz he aprendido que es algo universal. Aquí también la cofradía de pescadores se engalana con su estandarte por estas fechas. Y también los pescadores lo celebran en los restaurantes locales. Y sacan sus barcos adornados con banderitas para celebrar la fiesta. Y cuándo voy del hotel al pueblo por las tardes me encuentro en un mirador sentado a un hombre enjuto, con pantalones azules y camisa a cuadros, tocado con una boina. Y pienso que igual podría sentarse en Lekeitio, en Ondárroa o aquí en Conil, porque su vivencia y su vestimenta no difieren de los de allí.

Y me enternece mucho el cariño que ponen en su fiesta. Precisamente porque son pobres. Y tienen esa pobreza limpia y luchadora que les hace grandes. Porque hay mucho de mentira en la pobreza del sur. Porque pelear para pescar en una almadraba no es cuestión para alfeñiques. Porque salir con el barco a pescar el bocinegro, el borriquete o la urta no es diferente de pescar la merluza o el rodaballo.

Cada vez me gusta más ver cómo existe igualdad en los oficios, independientemente de dónde se ejecuten. También aquí se trabajan las huertas, con cariño y dan unos tomates dulces como los de cuando éramos niños. Todo nos iguala como trabajadores, seamos de donde sea. Y eso me hace ser cada vez más anarquísta y más internacionalista. Porque mientras los pescadores madrugan y se hacen a la mar haga el tiempo que haga para volver a veces con las manos casi vacías, los políticos que les van arruinando la vida poco a poco con sus leyes que estrangulan al oficio, además se llenan los bolsillos con el dinero de todos. Y no pasa nada.

Nos están engañando desde hace muchos años a todos, trabajadores, pequeños empresarios (que no dejan de ser trabajadores). Sólo se libran la banca y las grandes empresas. Que teniendo los índices de paro que tenemos (general y juvenil) seamos el cuarto país con los sueldos más altos para los banqueros en Europa me parece una broma macabra.

Que los sueldos sean casi de beneficencia, que las prestaciones sociales desaparezcan, que el ministro de educación (así, con minúsculas) sea abucheado en cada comparecencia, que el gobierno (y el principal partido de la oposición) estén algo más que bajo sospecha, que la casa real (también con minúsculas) sea abucheada también en cada aparición no parece inquietar a nuestros políticos. Al contrario, pactos y buenas palabras y para disimular una amenaza de moción de censura que no puede prosperar. Un circo.

Y mientras el mundo entero se ríe del papelón que estamos haciendo.

Vergonzoso que todo esto pase en un país con un potencial natural tan grande como el nuestro. Tenemos buen clima, grandes atractivos turísticos, recursos naturales inmensos. Pero hemos elegido ser casposos, atraer un turismo de botellón. Hemos decidido no invertir en investigación, preferimos dotar a las universidades extranjeras de gente preparadísima con el dinero de todos. Les preparamos y luego les mandamos a la mierda, con lo que perdemos dinero al menos dos veces. Parece que el ministro del ramo se lo ha tomado en serio y ha decidido no formar a la gente. Así por lo menos se evita un gasto. Un drama.

Y de todo esto tenemos la culpa todos por no ponernos enfrente de ellos y cantarles las cuarenta.

Y ese hombre enjuto, con pantalones azules y camisa a cuadros, tocado con una boina que veo por las tardes seguirá mirando al mar, y se lo ha ganado después de toda una vida dando el callo. Eso sí, algún ministro aprovechará su distracción para robarle la cartera.

P.D. Al ser domingo el día de la foto mi amigo anónimo había cambiado su atuendo habitual por pantalón de tergal gris y camisa de rayita fina. Eso sí, la boina, la misma,

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